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Es importante resaltar el trabajo del dramaturgo Sebastián Salazar Bondy (1924-1965) con El fabricante de deudas (1962) y Rabdomante (1965). En sus obras aborda temas de la realidad social de su país en tono de farsa y basado en técnicas brechtianas. Bondy becado por el gobierno francés cursó algunas materias en el Conservatorio Nacional de Francia. De vuelta en su país fundo el Club del Teatro de Lima, que ha ejercido una función renovadora en el teatro peruano. En 1947, su primer obra, Amor, gran laberinto, obtuvo el Gran Premio de Teatro, que volvio a merecer en 1951 con Rodil.
En la actualidad de los grupos peruanos se destacan Miguel Rubio y Teresa Ralli (Yuyachkani) Alberto Isola ( Teatro Ensayo), Carlos Cueva( La Otra Orilla) , Luis Ramírez.
Apuntes para una historia del teatro peruano
(del primer siglo republicano hasta 1970)
por Gemma Zavala
En el Perú, como en la mayoría de los países de América Latina, el teatro ha tenido que luchar contra una serie de circunstancias adversas, llevando una vidsa accidentada que se inicia significativamente en la etapa virreinal con el costumbrismo de Juan del Valle y Caviedes y Pedro Peralta y Barnuevo, quienes enlazan los siglos XVII y XVIII con ágiles entremeses y fines de fiesta de comedias, abriendo las puertas, en forma inesperada, a la vena criolla en cuadros en los que aparecen limeños y serranos, mineros ricos, caballeros solemnes, sacristanes y beatas de convento, bajo una concepción crítica del ambiente colonial.
En el primer siglo de la república, aunque los poetas románticos utilizaron el teatro como medio de expresión, destaca nitidamente la dramaturgia de Felipe Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio Segura, dos diestros artífices que calaron en la escencia del estilo y el sentir nacional. ambos usaron el escenario para afianzar los valores locales, criticando con gracia los defectos de la joven república.
Felipe Pardo y Aliaga buscó la formas europeas de carácter neoclásico para escenificar ambientes elegantes y moralizadores. Fue hijo de un alto funcionario español. Durante la guerra de la independencia abandonó el país y radicó en España, donde entró en contacto con importantes literatos de la época. A los pocos años de forjada la república vuelve a Lima e inicia con Segura ese mundo de la comedia costumbrista, en el cual la sala de la casa en el escenario donde ocurre toda la acción.
Manuel Ascencio Segura, con un lenguaje llano y salpicado de peruanismos, fue
el defensor de lo popular, de lo campechano, del criollismo que abogaba por
divertir con un tema y una expresión local. Segura fue hijo de unb teniente de
ejército español y luchó en las tropas realistas. Esta experiencia lo haría
más tarde ser uno de los críticos más feroces del militarismo y el
caudillismo de los primeros años de la república.
Obras como "Amor y Política", "El Sargento Canuto" y "Ña
Catita" atestiguan la influencia del teatro de comedias de Moratín, aunque
el mérito y la originalidad están en la representación jocosa de los vaivenes
dramáticos de los problemas sociales de aquellos años liminares de la república.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX hubo una carencia
tal de estímulos que naufragaron los diversos esfuerzos individuales para
mantener el nivel alcanzado. De este modo, Felipe Sassone obtuvo el halago del público
no en el Perú sino en España. Y el caso de Leonidas Yerovi no deja de ser
menos dramático. Desaparecido tempranamente, pudo sin embargo escribir obras
importantes como "La Salsa Roja", "La de Cuatro Mil" y
"Domingo Siete". Yerovi, inscrito en el costumbrismo de Pardo y Aliaga
y Segura e influenciado por el sainete argentino, alternó el humor dislocado
con el sentimentalismo ingenuo, dejando de lado el mensaje moral de antaño. Su
escenario no fue ya el fino salón amoblado, sino un mísero cuarto de pensión
limeña en "La de Cuatro Mil", una obra innovadora y revolucionaria.
La dramaturgia social de César Vallejo, escrita en París, refleja los dramas
de tendencia cosmopólita y regional. Sin embargo sus conceptos teóricos y artísticos
no ejercieron influencia en su época. Fue recién en las últimas décadas del
siglo XX cuando Vallejo comenzó a ser tomado en cuenta como dramaturgo.
En el Teatro Campoamor (situado en el jirón de la Unión) actuaba con el inusual éxito Carlos y Ernestina Zamorano, y Teresita Arce. No obstante, en los años 30, el interés por el cine hacía languidecer el teatro. Los pocos espectáculos en vivo que se daban ofrecían sainetes y revistas musicales, distinguiéndose "El Trío Esmeralda" y la Compañía Infantil Hermanos Gassols que estrenó en 1934, con un plantel de niños entre los 5 y 12 años, "Molinos de Viento", en el Treatro Ideal del Callao. El grupo, en actividad hasta el año 1940, recorrió toda la costa del Perú, ofreciendo funciones de comedias, operetas y zarzuelas, actuando inclusive en Chile, Bolivia y Argentina.
Hacia fines de 1939, Manuel Beltroy, siguiendo el modelo del Teatro del
Pueblo de Argentina, fundó un Teatro de Arte en la Universidad San Marcos. Con
la colaboración del actor uruguayo Hugo D´Evieri, instaló en el Instituto
Musical de Carlos Sánchez Málaga las bases de lo que fue el Teatro del Pueblo.
La primera presentación pública se realizó al cabo de unos meses en el Teatro
Ritz
de la Avenida Alfonso Ugarte, con tres piezas cortas: "El Duelo" de
Anton Chéjov, "Limones de Sicilia" de Pirandello, y "Así que
pasen cinco años" de García Lorca. Como primer factor figuró Luis
Alvarez, por entonces joven, que Manuel Beltroy reclutó del Mercado Central.
En la década del 40, la llegada al Perú de la compañía española de Margarita Xirgu revivió los ánimos del alicaído ambiente teatral, estimulando su desarrollo. Como resultado se creó la Escuela Nacional de Arte Escénico, entidad que jugó un papel importantísimo en la dinámica teatral en el Perú; la Compañía Nacional de Comedia, dirigida por el español Edmundo Barbero, y se instituyó el Premio Nacional de Teatro. En este despertar surgieron las figuras señeras de Percy Gibson Parra, Juan Rios, Bernardo Roca Rey, Sebastián Salazar Bondy y Enrique Solari Swayne.
Percy Gibson Parra escribió el bello poema dramático "Esa Luna que Empieza" en el que, a través de una serie de inspirados simbolismos se enfrenta con los eternos problemas del hombre: el amor, la vida y la muerte. Estrenada en el Teatro Segura en 1946, la obra tuvo un rotundo éxito, acreditando al autor como uno de los mejores dramaturgos del momento.
Juan Rios fue el autor más galardonado en aquel tiempo, obteniendo seis Premios Nacionales, cuatro de Teatro y dos de poesía. Los de teatro los recibió en 1946 por su poema escénico. "Don Quijote"; en 1950 por la tregedia "Madea"; en 1952 por la leyenda incaica "Ayar Manko"; y en 1954 por su drama "Argos". La dramaturgia de Rios explora la realidad íntima del hombre a través de la figura literaria. Evadiendo la reconstrucción histórica exacta de los personajes, envuelve el drama humano acreditándose como un estupendo dramaturgo.
En 1943, Bernardo Roca Rey estrenó con la Asociación de Artistas
Aficionados "Brazo de Plata", manifestando sus grandes dotes de
dramaturgo. Interesado en la cinematografía, en 1945 realizó "La
Lunareja", un hito en la filmografía nacional. En 1946 escribió la farsa
"Las Ovejas del Alcalde", presentada dos años más tarde en el Teatro
Municipal, bajo la dirección de Edmundo Barbero.
En 1947 escribió el drama "Loys", con el que ganó el Premio Nacional
de Teatro de 1949. La obra fue estrenada en el Teatro Segura por la Compañía
Nacional de Comedias, durante la temporada de 1950. En 1957 obtuvo nuevamente el
Premio Nacional de Teatro con "La Muerte de Atahualpa", drama
escenificado al aire libre en las ruinas prehispánicas de Paruchuco, bajo su
dirección.
Por su parte Sebastián Salazar Bondy renovó la dramaturgia peruana, dándole
un aliento de modernidad e introduciendo las inquietudes del teatro francés de
aquellos tiempos. Inició su labor teatral fundando en "Club de Teatro de
Lima", entidad que contribuyó a la renovación teatral en el Perú. En
1947 obtuvo el Premio nacional de Teatro po "Amor Gran Laberinto". en
1951 obtuvo nuevamente el Premio Nacional de Teatro por "Rodil". También
escribe las comedias "Dos viejas van por la calle" y "El
Fabricante de deudas"; los jugetes "El de la valija", "El
espejo no hace milagros" "En el cielo no hay petróleo", y
"Un cierto tic tac"; y las piezas dramáticas "Algo que quiere
morir" y "Flora Tristán".
Enrique Solari Swayne inició su dramaturgia con un éxito rotundo en 1958,
al presentar la Asociación de Artistas Aficionados su drama
"Collacocha".
"Collacocha se impuso en el Primer Festival de Teatro Panamericano en México,
colocando a su autor en un lugar privilegiado en la dramaturgia latinoamericana.
Entre sus muchas virtudes la obra, aunque algo declamatoria, encierra un
discurso netamente peruano, bien planteado, y de una emoción que le agrega un
valor universal y absoluto.
En la década de los 40 se registra una mayor actividad teatral con los
teatros universitarios de San Marcos y de la Pontificia Universidad Católica
del Perú, la Asociación de Artistas Aficionados, la Compañía Nacional de
Comedias y la Escuela Nacional de Arte Escénico. Aunque el auge se percibe en
los años tempranos de la década de los 50 a través de la escuela Nacional de
Arte Escénico, dirigida por Guillermo Ugarte Chamorro, y el Club de Teatro de
Lima, fundado este último por Sebastián Salazar Bondy y Reynaldo D´Amore.
En 1956, Histrión comenzó una carrera brillante de representaciones con la
obra "Seis Personajes en busca de Autor" de Luigi Pirandello, y en
1968 alcanzó notoriedad con Marat Sade. Hay que sumar las presentaciones de los
Autos Sacramentales dirigidos por Ricardo Roca Rey en el Atrio de la Catedral de
Lima
y el Convento de San Francisco, así como las presentaciones al aire libre que,
en el Campo de Marte, realizaba la Escuela Nacional de Arte Escénico todos los
años en el verano. también la destacadísima presencia del Teatro de la
Pontificia Universidad Católica, que desde su escuela dirigida por Ricardo
Blume formó a destacados valores de la escena nacional, quienes participaron en
diversos Festivales Internacionales y en las obras "Tristán e Isolda"
(1961), "Los Empeños de Una Casa" (1963), y "Las Bizarrías de
Belisa" (1966).
Los años 60 significan una década en estrecha relación con los acontecimientos históricos que se daban en el país, surgiendo el cuestionamiento y la desmitificación de valores e íconos. Una nueva temática y una renovación formal del teatro surgió a partir de nuevos grupos con compromisos artísticos y sociales como Homero Teatro de Grillos que, bajo la dirección de Sara Joffré, presentó la atrevida pieza de Jean Claude Itallie "América, Hurrah". Bajo la dirección de Carlos Clavo Ochoa, Yego, Teatro Comprometido, se permitió poner en escena una versión muy libre, "Los Ruperto", de Juan Rivera Saavedra. había comenzado la discusión sobre los teóricos del teatro como Stanislavski, Artaud, Brecht y Grotowsky. En 1962 se dio el primer montaje de Brecht, "Terror y miserias del Tercer Reich", a cargo del director Reynaldo D´Amore, con el grupo Hebraica del Club de Teatro de Lima. El fenómeno Brecht tuvo su punto más alto con la "Opera de dos centavos", a cargo del uruguayo Atahualpa del Cioppo. El actor Jorge Acuña, uno de los bandidos en la representación de la obra de Brecht, se instala en la Plaza San Martín de Lima inaugurando el Teatro de la Calle.
Durante los años 60 se generó una interesante preocupación por alcanzar un
nuevo público, que se expandía de las salas de teatro a los bar rios periféricos
y las organizaciones populares y al interior del país. Ante la desaparición de
la Compañía Nacional de Comedia y de la Escuela Nacional de Arte Escénico,
aparecieron grupos y compañías que realizaron destacada labor a cargo de Lucía
Irurita, Carlos Gassols y Herta Cárdenas, felipe Sanguinetti, Alfredo Bouroncle
y Rosa Wunder, presentándose en el Teatrin de Radio Mundial y en el Teatro
"La Cabaña". En aquel momento surgió el Teatro Nacional Popular y
ocurrió la llegada del dramaturgo brasileño Augusto Boal, contratado por el
gobierno militar de entonces para sus Programas de Alfabetización. En
el interior del país, específicamente en Ayacucho, el dramaturgo Víctor
Zavala Cataño, señalando que el teatro era la isla a la que la imagen del
trabajador agrario no había podido arribar, creó el "Teatro
Campesino".
Dramaturgos como gregor Díaz, Julio Ortega y Juan Rivera Saavedra
manifestaron también sus preocupaciones tanto por las guerrillas del 65 como
por los movimientos sociales emergentes.
El Perú había entrado a los años 70, y llegaron nuevas formas y tendencias como la del Living Theatre, el Open Theatre, la experiencia de Peter Brook, el teatro de Arrabal, y la vigencia de Artaud. El camino estaba preparado para Cuatrotablas y Yuyachkani, dos grupos que consolidaron una importante presencia en la escena nacional a partir de esa década.
Desde 1970 el teatro peruano expande sus actividades, constituyendo una historia fresca y vital, donde la palabra y la imagen siguen generando inquietud y misterio.
En las últimas décadas, la realidad social del Perú ha ido decantando el trabajo cultural de los artistas, y éstos han especificado su labor en áreas populares, asumiendo el arte como un espacio de la educación y la lucha por un mundo mejor. Actualmente, se producen actividades teatrales en el interior de los establecimientos penales, como parte de las bregas de los prisioneros políticos, por lograr un tratamiento político de los problemas derivados del conflicto interno iniciado en los años 80.
En este contexto es que se convoca el Festival de Teatro Popular en el Establecimiento de Máxima Seguridad de Canto Grande, evento singular que se desarrollará en el mes de diciembre, con la participación de grupos de teatro popular, teatros democráticos, teatros universitarios, del Perú y del mundo.
(Por Gemma Zavala)
Grupos Teatrales
GRUPO CULTURAL YUYACHKANI : Antígona,
GRUPO ENTRETELONES - Teatro de Arte